Los hermanos Rodríguez, Emilio y Manuel, fueron los protagonistas indiscutibles de esta edición. Coparon los dos primeros puestos de la general y el triunfo en la clasificación de la montaña. Sin embargo, esta Vuelta pasó a la Historia no sólo por eso, sino por el fin de una era. El diario Ya organizó por última vez la carrera y cedió el testigo a El Correo español-El Pueblo vasco, quien se hizo cargo del evento, aunque ello fue a partir de 1955, por lo que los aficionados se vieron privados de la Vuelta durante cuatro años, en lo que constituye una de las etapas más negras en la Historia del ciclismo español.
Sólo 42 corredores, 34 de ellos españoles, se decidieron a afrontar las 24 etapas, en las que se vieron obligados a recorrer 3.932 kilómetros, una cifra realmente exagerada incluso en la actualidad,cuando los adelantos técnicos, médicos y en todo lo relacionado con la preparación física son espectaculares. Por ello, la manida expresión de los esforzados de la ruta cobra su verdadera dimensión cuando nos retrotraemos 45 años en el tiempo.
El interés también decreció dado el aplastante dominio que ejercieron los hermanos Rodríguez, Serra, Bernardo Ruiz, quienes coparon los primeros cuatro puestos de la general, Capó y Gelabert. Entre los seis ganaron 11 de las 24 etapas y formaron un equipo inalcanzable para el resto, como prueba el hecho de que también ocuparan las dos primeras posiciones en la clasificación de la montaña, por medio de Emilio Rodríguez y Serra.
No hubo la emoción que se vivió en ediciones anteriores, aunque el desarrollo de la carrera no varió en los aspectos más básicos. Los españoles triunfaron las etapas de montaña y los extranjeros en las llanas, algo que se ha repetido con insistencia a lo largo de toda la historia de la Vuelta.
Los hermanos Rodríguez, Emilio y Manuel, emularon con su actuación a los belgas Gustave y Alphonse Deloor, quienes dominaron la edición de 1936, segunda de la Historia, en la que finalizaron en los dos primeros puestos.
